Divagante Mic dice...
Son las dos de la tarde y vuelves de hacer un trámite engorroso en el maldito banco (o cualquier asunto en el centro) que esta hasta reventar porque, tras ser los primeros días en que trabajan en el año, todos tienen asuntos pendientes. Vienes en el urbano (también, hasta su madre) casi desmayándote por el maldito calor de este precioso invierno (¡maldición calentamiento global!), el asqueroso olor del humo que emite el urbano (a veces pienso que puede ser un sobaco sudoriento), por lo tanto, andas de mal humor. Lo ultimo que quisieras, es que alguien te molestara mientras piensas en cualquier pendejada que pase por tu mente, y entonces, inevitablemente, escuchas esa maldita canción (pinches gustos de los chóferes) algún bólido como este… (¡bajan señor microbusero!)
Afortunadamente, ningún tormento es eterno, y llegas por fin a tu casa a descansar de todo, relajarte un rato pasando por Internet y por este lindo blog (¡barbero!). La tonalidad del día no cambia, y terminas llegando a tu cama de mal humor, esperanzado a que al dormir, todo terminara; pero cuando recuestas tu cabeza en la almohada y cierras tus ojos, te das cuenta que te es imposible, porque tu mente continua activa e inquieta, mientras una estupida tonada no sale de tu cabeza, gritándote algo como…
“Kulikitakatí, kulikitakatáKulikitakatí, kulikitakatá y.. Sakalakatikitakatiki, Sakalakatikitakatiki, Sakalakatikitakatiki,Sakalakatiki-taka”
Como si vivir la vida misma no fuera suficiente sufrimiento, el único momento del día en que puedas descansar de ella, te martiriza con una maldita canción estupida y sin sentido alguno. Y por más que intentas pensar en otras cosas, la estrofa vuelve a ti, para torturarte cada vez más hasta que te vuelves loco y golpeas la almohada. En ese momento, te das cuenta que son las 2 de la madrugada y tu no te haz dormido, terriblemente, al día siguiente tendrás que levantarte temprano y tu pesadilla despierto no sale de tu cabeza, la canción parece ser mas fuerte que tu mente, y por mas que te fuerzas por poner tu mente en blanco, la melodiosa tortura no cede, ni cederá.
Una terrible experiencia, y aunque en versiones mucho menos dramáticas, a todos nosotros nos ha pasado: en medio de un examen en que tu memoria solo recuerda la canción y no las respuestas, mientras besas a tu novia, cuando tus padre y/o jefes te están metiendo una regañisa mendiga o mientras estas en la misa de primera comunión de tu primito. Un sin fin de ocasiones y un sin fin de canciones mamonas que, aunque no nos gusten, se nos quedan pegadas peores que chinches. La opción de luchar en contra de ellas es una tarea imposible, porque por más que te fuerces y pienses que venciste, volverá a ti en el momento menos oportuno.
Por eso, les recomiendo algunas cosas para estos casos. Si te llega a suceder, que una canción desagradable retumbe en tu cabeza, no la odies, ¡cántala! De esta forma, se ira mas rápido de tu cabeza. Si te da pena (…como a mí), tan solo tararéala o sílbala. Y si llega a ti en un momento inoportuno, aprovecha tus clases de actuación, pon tu mejor cara de atención a lo que estas y ¡súbele a la música por dentro!
O P I N A… Seguramente alguna vez te ha pasado; coméntanos, ¿con que canción y en que situación?
¡Saludos!
Afortunadamente, ningún tormento es eterno, y llegas por fin a tu casa a descansar de todo, relajarte un rato pasando por Internet y por este lindo blog (¡barbero!). La tonalidad del día no cambia, y terminas llegando a tu cama de mal humor, esperanzado a que al dormir, todo terminara; pero cuando recuestas tu cabeza en la almohada y cierras tus ojos, te das cuenta que te es imposible, porque tu mente continua activa e inquieta, mientras una estupida tonada no sale de tu cabeza, gritándote algo como…
“Kulikitakatí, kulikitakatáKulikitakatí, kulikitakatá y.. Sakalakatikitakatiki, Sakalakatikitakatiki, Sakalakatikitakatiki,Sakalakatiki-taka”
Como si vivir la vida misma no fuera suficiente sufrimiento, el único momento del día en que puedas descansar de ella, te martiriza con una maldita canción estupida y sin sentido alguno. Y por más que intentas pensar en otras cosas, la estrofa vuelve a ti, para torturarte cada vez más hasta que te vuelves loco y golpeas la almohada. En ese momento, te das cuenta que son las 2 de la madrugada y tu no te haz dormido, terriblemente, al día siguiente tendrás que levantarte temprano y tu pesadilla despierto no sale de tu cabeza, la canción parece ser mas fuerte que tu mente, y por mas que te fuerzas por poner tu mente en blanco, la melodiosa tortura no cede, ni cederá.
Una terrible experiencia, y aunque en versiones mucho menos dramáticas, a todos nosotros nos ha pasado: en medio de un examen en que tu memoria solo recuerda la canción y no las respuestas, mientras besas a tu novia, cuando tus padre y/o jefes te están metiendo una regañisa mendiga o mientras estas en la misa de primera comunión de tu primito. Un sin fin de ocasiones y un sin fin de canciones mamonas que, aunque no nos gusten, se nos quedan pegadas peores que chinches. La opción de luchar en contra de ellas es una tarea imposible, porque por más que te fuerces y pienses que venciste, volverá a ti en el momento menos oportuno.
Por eso, les recomiendo algunas cosas para estos casos. Si te llega a suceder, que una canción desagradable retumbe en tu cabeza, no la odies, ¡cántala! De esta forma, se ira mas rápido de tu cabeza. Si te da pena (…como a mí), tan solo tararéala o sílbala. Y si llega a ti en un momento inoportuno, aprovecha tus clases de actuación, pon tu mejor cara de atención a lo que estas y ¡súbele a la música por dentro!
O P I N A… Seguramente alguna vez te ha pasado; coméntanos, ¿con que canción y en que situación?
¡Saludos!

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